Cuando sometemos a un músculo o grupo muscular a un esfuerzo superior al que puede realizar, como una contracción mantenida durante un largo periodo de tiempo (sentado frente al ordenador) o bien a una contracción intensa y brusca (coger un gran peso), éste responde acortándose de manera permanente e involuntaria. Si el músculo llega a la fatiga, y no tiene tiempo entre contracción y contracción muscular para relajarse, aparecen primero los temblores y luego la contractura muscular.
A la larga, la contractura produce dolor porque irrita y activa los nervios que pasan por el músculo. Además comprime las arterias y capilares que le irrigan, produciendo un disminución de oxigenación y aporte de nutrientes que aumentan la contractura y el dolor.
Los síntomas de una contractura muscular son:
- Tono muscular aumentado.
- Acortamiento del músculo.
- Disminución del metabolismo.
- Minimización de la capacidad de rendimiento.
- Dolor a la presión y/o a la tensión por contracción.
- Inflamación de la zona afectada.
- Sobrecarga por esfuerzo excesivo.
- Por tensión isométrica en el mantenimiento de una postura inadecuada.
- Tensión psicológica: estrés, miedo, nerviosismo, ansiedad, etc.
Para prevenir:
- Calentar la musculatura antes de los esfuerzos y entrenamientos.
- Trabajar de manera progresiva la adaptación a las cargas.
- Estirar antes y después del ejercicio, realizando una vuelta a la calma.
- Trabajar la flexibilidad y la tonificación de la musculatura.
- Cambiar de postura de manera frecuente y realizar algún estiramiento cuando estamos en posiciones mantenidas, como frente al ordenador.
Fuente: alfisio